Oigaaaa... le das??
El blog que habla de todo un poco...para dejar mucho en la nada
Por Solange Levinton, exclusivo para UCHM
Ilustración: Noelia Arata
Se sabe, que en la vida de casado no todo es color de rosa. Según una encuesta publicada por las Naciones Unidas, el éxito del 43 por ciento de los matrimonios está basado en el sexo con seres de otra especie (Aliens, animales, insectos y pantuflas) y en el diálogo cotidiano. Pero hay veces que la vida conyugal nos supera y no sabemos cómo reaccionar. Por eso, aquí nosotros te enumeramos cuáles son los problemas más habituales que suelen presentarse en cualquier pareja normal durante los primeros años de matrimonio y, lo más importante, cómo solucionarlos.
Cómo lidiar con eso. Desde tiempos ancestrales se sabe que las babosas y los lavarropas son totalmente incompatibles. No hubo quién lograse jamás reunir a estos dos milenarios elementos en un mismo sitio. Por eso, si ya probaste con gritos desmedidos, golpes brutales, música a volúmenes inéditos y sangre de vaca rociada por encima del lavarropas, es momento de tomar medidas drásticas.
Cómo lidiar con eso. En este caso puntual es necesario que asumas que, mal que te pese, estamos en presencia de un indiscutible PELOTUDO. Si ya te casaste con él y quieres intentar revertir este suplicio, las opciones que podemos ofrecerte son la ya conocida lobotomía casera (con un fósforo y cáscara de patatas), electrochoques con el magic clic o introducirle once pares de pantuflas en el ojo.
Cómo lidiar con ello. Es claro que tu marido tiene una patología y debes ayudarlo. En momentos como este recuerda las palabras que el cura pronunció en la Iglesia el día en que contrajeron Santo Matrimonio y procura darle todo tu apoyo. El primer paso es quitarle el traje y encerrarlo en el baño con una jauría de perros hambrientos y con sed muerte. Lo importante aquí es que mientras los canes justicieros dan un correctivo a tu queridísimo esposo, hagas sonar de fondo la música de los Teletubbies. Si logras rescatarlo antes de que los perros acaben con la totalidad de sus órganos vitales… ¡¡albricias!! ¡Lo habrás salvado de su enfermedad!
Cómo lidiar con eso. Se sabe que las jirafas son animales traicioneros con cuellos sospechosamente largos. Cualquier intento por “perderla” en el incinerador, “guardarla” en una bolsa de residuos o “abrigarla” en el horno resultará completamente inútil. Por eso, es importante aquí apelar a la psicología. Es obvio que si tu marido llevó una mini jirafa a tu casa es porque está pidiendo a gritos un hijo. Embarázate y lleva a la jirafa al zoo más cercano.
Cómo lidiar con eso. Ok, todo tiene un límite. Vos venís soportando que se junte a jugar al Badminton 3 veces por semana con los chicos de 16 años que conoció en el campeonato de TEG. Podés hacer oídos sordos a que le guste “acariciarse” los pies con el cepillo de dientes cuando nadie lo mira, porque le hace recordar a su tía Mimí. Inclusive podés coexistir con el hecho de que en la intimidad haga que le digas “He Man” porque se siente más viril y más hombre. Pero todo tiene un límite. En este caso no hay tiempo para advertencias, porque eso implicaría sumar al tétrico paisaje casero un Carrusel en el cuarto de estar y un mono Tití explotado que está entrenado para planchar camisas ininterrumpidamente.
Bienvenidos (o no tanto, uno nunca sabe quien es el que puede llegar a leer) a esto que pretende ser un humilde y pedorro blog. Para comenzar, primero debo aprender a lidiar con muchas innovaciones y opciones informáticas . Reconozco que esto es mucho más complicado de lo que creía, y uno tan acostumbrado a la simplicidad operatoria que ofrecen nuestros amigos de fotolog. Y para colmo soy un perfecto imbécil con estas cosas. De modo que supongo que esto llevará más tiempo de lo esperado.
Así que, por favor, sean tan amables de no romper las pelotas.
El próximo post traerá alguna idea potable. Y si no, pueden comprarse una linda tortuga, ponerle una correa y dejar que ella los lleve despacito, muy despacito, a la mierda.
Ante tanta tecnología junta, mientras tanto, seguiré más perdido que un choripán en el Malba...