Típicas discusiones que trae la convivencia y cómo evitarlas
Por eso, aquí nosotros te enumeramos cuáles son los problemas más habituales que suelen presentarse en cualquier pareja normal durante los primeros años de matrimonio y, lo más importante, cómo solucionarlos.
- Problema. El tiene una clara afición por acompañar el centrifugado del lavarropas con un movimiento acompasado de caderas que saca lo peor de vos. No tiene ritmo, no se parece a ningún baile que pueda provenir de la especie humana y, claramente, no lo hace verse sexy.
Cómo lidiar con eso. Desde tiempos ancestrales se sabe que las babosas y los lavarropas son totalmente incompatibles. No hubo quién lograse jamás reunir a estos dos milenarios elementos en un mismo sitio. Por eso, si ya probaste con gritos desmedidos, golpes brutales, música a volúmenes inéditos y sangre de vaca rociada por encima del lavarropas, es momento de tomar medidas drásticas.
- Problema. Todas las mañanas, al despertarse, comienza con su típico ritual “por la fauna vivo y por la fauna soy”, que aprendió durante un veraneo en las Toninas: sonidos guturales, acompañados por un disfraz de colibrí y la ceremonia del desflore: tirar rabanitos trozados por el balcón al grito –siempre intercalado por sonidos guturales- de: “Soy una flor en crecimiento, soy una flooor”.
Cómo lidiar con eso. En este caso puntual es necesario que asumas que, mal que te pese, estamos en presencia de un indiscutible PELOTUDO. Si ya te casaste con él y quieres intentar revertir este suplicio, las opciones que podemos ofrecerte son la ya conocida lobotomía casera (con un fósforo y cáscara de patatas), electrochoques con el magic clic o introducirle once pares de pantuflas en el ojo.
- Problema. De un día para el otro, sin comerla ni beberla, sin anuncio previo ni consulta, el muy miserable decidió que el iba a pasar el resto de sus días disfrazado de Teletubbie. De golpe, el pedazo de inútil se apareció en casa vestido de Tinky Winky, con un estúpido traje violeta que triplica las dimensiones de cualquier homo sapiens que puebla nuestro bendito mundo. Conversar con él se vuelve una empresa inútil porque de su boca sólo salen expresiones como “Hooaa” o “Abazooooo”. Ni que hablar del sexo: se trasformó en una tarea sólo digna de Quijotes. Cualquier pose resulta irrealizable porque el muy cretino se niega a “defraudar a su yo” y quitarse el disfraz. Tus amigas ya no te hablan porque temen que estén metidos en una secta y los vecinos realizan a diario denuncias a la Policía acusándolos de regentear una casa de prostitución infantil.
Cómo lidiar con ello. Es claro que tu marido tiene una patología y debes ayudarlo. En momentos como este recuerda las palabras que el cura pronunció en la Iglesia el día en que contrajeron Santo Matrimonio y procura darle todo tu apoyo. El primer paso es quitarle el traje y encerrarlo en el baño con una jauría de perros hambrientos y con sed muerte. Lo importante aquí es que mientras los canes justicieros dan un correctivo a tu queridísimo esposo, hagas sonar de fondo la música de los Teletubbies. Si logras rescatarlo antes de que los perros acaben con la totalidad de sus órganos vitales… ¡¡albricias!! ¡Lo habrás salvado de su enfermedad!
- Problema. Fue al Zoológico y volvió con un cachorro de jirafa que, según la versión de tu marido, era linyera y estaba mendigando en la calle. Ahora pretende que lo adopten en tu casa y lo llamen Susi.
Cómo lidiar con eso. Se sabe que las jirafas son animales traicioneros con cuellos sospechosamente largos. Cualquier intento por “perderla” en el incinerador, “guardarla” en una bolsa de residuos o “abrigarla” en el horno resultará completamente inútil. Por eso, es importante aquí apelar a la psicología. Es obvio que si tu marido llevó una mini jirafa a tu casa es porque está pidiendo a gritos un hijo. Embarázate y lleva a la jirafa al zoo más cercano.
- Problema. Llegás un día a casa de trabajar y a el se le ocurrió “remodelar” el living. No entendés cómo, pero se las ingenió para cambiar la mesa ratona por un vagón de subte viejo, las sillas por caparazones vacíos de mulitas muertas, el jarrón de la abuela que provenía de la Dinastía Ming es ahora un tubo de papel maché fosforescente e, inexplicablemente, hay un Are Krishna sentado a modo de perchero entre la puerta de entrada y el paragüero empapelado con la cara de Alfonsín y la inscripción “Volveremos”.
Cómo lidiar con eso. Ok, todo tiene un límite. Vos venís soportando que se junte a jugar al Badminton 3 veces por semana con los chicos de 16 años que conoció en el campeonato de TEG. Podés hacer oídos sordos a que le guste “acariciarse” los pies con el cepillo de dientes cuando nadie lo mira, porque le hace recordar a su tía Mimí. Inclusive podés coexistir con el hecho de que en la intimidad haga que le digas “He Man” porque se siente más viril y más hombre. Pero todo tiene un límite. En este caso no hay tiempo para advertencias, porque eso implicaría sumar al tétrico paisaje casero un Carrusel en el cuarto de estar y un mono Tití explotado que está entrenado para planchar camisas ininterrumpidamente.
3 Comentarios:
claro! cierto
tengo esta vìa para comunicarme con ustè tb.
querìa responderle inmendiatamente lo de Niceto..
perdòn no ha de pedir x nada.
fue un tan mui, i lindo
amigable saludo
algo mui lindo d la noche
gracias a ustè x la calidez.
baccio
i gusto grande ha sido mìo
/asif_
JOJO !!!!!!!!! me identifique en un par de situaciones!!
bueno veo que estas entre blog y flog, felicidades!
(que??)
pd: odio esto de escribir la palabrita que te pone la programacion para poder dejar el post. Ademas siento que es como una prueba de coordinacion a ver si se escribir las letras que veo...
Es muy feo que, aprovechándose de información que algún conocido suyo le haya hecho llegar, ande divulgando por ahí las características de mi ex marido. He dicho. (la tía)
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